En el año 2011, en el estado de Alabama entró en vigor la ley HB56, una ley en contra de los inmigrantes indocumentados, y entonces una nube negra se posó sobre la comunidad inmigrante, incluyendo por supuesto a los hispanos. El desespero se apoderó de muchos, que inclusive varias familias abandonaron el estado. El caos por un futuro incierto, las preguntas y el miedo, hicieron parte del diario vivir de los hispanos en aquella época.
Como es obvio, los hispanos empezaron a buscar la manera de arreglar su situación migratoria. Muchos buscaron someter peticiones de familia y otros, sin más oportunidad, que la de rogar a Dios para que no sucediera nada.
En la comunidad hispana empezaron a comentar, que algunos abogados estaban ayudando a los inmigrantes a regularizar su situación, con base en el tiempo que llevaban viviendo en los Estados Unidos. Sin embargo, tan solo uno de ellos, continúo causando eco dentro de la comunidad. Comentaban, que, si llevaban más de diez años viviendo en este país, sería posible arreglar su situación migratoria. Claro, en ese momento sabíamos que eso no era posible, pero muchos confiaron en esa posibilidad, y decidieron seguir adelante. La pregunta que circulaba, era, ¿y cómo lo harían?
Con el paso del tiempo muchos obtuvieron permisos de trabajo, y un número de seguro social, pero aún era desconocido como lo habían logrado; pero el tiempo daría la respuesta. Algunos agradecidos por el permiso de trabajo, aun no se imaginaban lo que se les venía encima. No todo lo que parecía bien, estaba bien.
En el año 2014, Leslie, una amiga del abogado Danny Upton, le comentó que un abogado de Birmingham, había sido expulsado de la barra de abogados, y que las familias afectadas, que eran numerosas, estaban buscando quien los representara en sus casos. En ese momento, la oficina del abogado que había sido expulsado de la práctica legal, afirmaba que la licencia de abogado le sería reestablecida de nuevo, pero el tiempo, también daría la respuesta.
Sin embargo, la sorpresa llego cuando Danny se ofreció de voluntario con el fin de asistir a estos hispanos, en la Corte de Atlanta, y le fueron entregadas algunas carpetas, con el fin de preparar dichas cortes.
Danny las analiza, y se da cuenta que los clientes habían sido puestos, sin el consentimiento de ellos, en procesos de deportación, como resultado de aplicaciones de asilo perjuriosas y frívolas, o sea falsas, y sin sustento. Igualmente se instruía a los clientes, para que no se presentaran a las cortes previamente programadas. Los clientes seguían, no obstante, pagando para defenderse ellos mismos, de un proceso de deportación, que el mismo abogado había iniciado, sin el consentimiento de ellos.
Antes de asistir a las cortes, Danny se reunió con los clientes con el fin de aclarar si ellos conocían de los procedimientos en que estaban en ese momento. Ninguno conocía el proceso que enfrentaba, y la sorpresa, cuando se enteraron que se habían sometido peticiones de asilo, y que la instrucción de no asistir a las audiencias, era con el fin de que dichos casos fueran negados y como consecuencia fuesen puestos en procesos de deportación.
Ya en la corte de inmigración en Atlanta, Danny admitió lo que él había descubierto en los diferentes casos, y fue informado que aproximadamente 300 comparecientes a la corte se ajustaban al mismo patrón. Ante esto Danny señalo: “Mi corazón se hundió ante esta revelación porque me dejó en claro que un grave problema estaba frente a nosotros.” El siguiente paso, con la ayuda de Leslie, fue determinar que el abogado no tenía licencia en los Estados Unidos ni en los territorios y posesiones de este país.
Después de contactar diferentes agencias, en el año 2014, se programó una reunión en la Oficina del Fiscal de Distrito del Condado de Jefferson, a la cual asistieron los clientes que representaba Danny y donde él explicó en detalle el actuar del abogado, y como, si la fiscalía no hacía nada, este esquema continuaría perjudicando a más familias.
En las siguientes semanas, docenas de personas contactaron a Danny y al final estaba representando aproximadamente a 100 de los inmigrantes en procedimientos de deportación.
Posteriormente, la oficina del Sheriff del Condado de Jefferson, allanó la oficina del abogado que había puesto a estos inmigrantes en proceso de deportación, y confiscó todos los archivos de los clientes. Fue procesado y condenado por nueve cargos, incluidos cuatro delitos graves. Sin embargo, sus víctimas todavía se encontraban en procesos ante la Corte de Inmigración.
Después de las elecciones de 2016, la administración Trump decidió avanzar a toda velocidad con sus deportaciones, utilizándose, como lo dice Danny “el fruto envenenado de los crímenes de su propio abogado contra ellos para hacerlo”.
Pero se presentaba una encrucijada. ¿Cómo lograr que dichos inmigrantes, obtuvieran un beneficio migratorio y evitar ser deportados? La única opción era someter peticiones bajo la visa U, la cual es un beneficio, para víctimas de ciertos delitos, y la mayoría de ellos son delitos de naturaleza violenta o sexual. Sin embargo, un crimen se destacó en esa lista y fue el perjurio.
Dichas peticiones se empezaron a radicar a partir del 2015, incluso antes de que el abogado hubiera sido procesado. Danny identificó el perjurio como el delito calificado en todas las solicitudes, pidiéndole a la Corte de Inmigración que suspendiera los casos hasta que el Departamento de Seguridad Nacional, a través del Servicio de Ciudadanía e Inmigración, tuviera la oportunidad de adjudicar las visas U. Sin embargo, los Jueces de Inmigración declararon acertadamente que ni la Corte ni la Oficina del Asesor Legal, conocían un solo caso en ningún lugar del país donde el perjurio había servido con éxito como base para una petición de visa U. Tampoco se pudo citar un ejemplo, lo que llevó a los jueces a concluir que no era probable que el DHS-USCIS aprobara las solicitudes. Entonces, la Corte comenzó a ordenar que los clientes que representaba Danny, fueran deportados uno tras otro.
Durante cuatro años y medio, la incertidumbre era latente. La negación del primer caso de visa U, probablemente significaría un fracaso de los 99 subsiguientes casos, cada uno de los cuales representa una familia destrozada, apartada y perjudicada. No hay más tortuoso que la incertidumbre. No más tortuoso que la espera.
Pero, sucedió lo que aliviano la carga. Por fin, las aguas turbulentas se tornaron en cristalinas. En las últimas dos semanas, una aprobación, seguida de otra aprobación y así, se comenzó a contemplar la posibilidad de 100 aprobaciones en lugar de 100 negaciones.
El tiempo ha dado las respuestas a tantas preguntas, que en su momento no era posible contestar. Para estos clientes, que fueron víctimas, nuestro aprecio y solidaridad, pero más que nada compartimos la felicidad que hoy nos asiste.
Nos queda como enseñanza, que siempre ante cualquier situación, debemos escuchar varias versiones, antes de tomar una decisión o de lanzar un juicio. Siempre consulta varias fuentes antes de decidir, ya que te podría salir caro.
Recuerda: “Mucha gente hace preguntas, pero poca gente escucha las respuestas.” Anónimo
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